martes, 22 de octubre de 2019

Algunas pautas para comprender y ayudar a alguien con Déficit de Atención





¿No habéis tenido algunas veces la sensación de escuchar una canción y que os apasione tanto que si por vosotros fuese, todo el mundo debería escucharla aunque sólo fuese una vez de forma obligatoria? Ayer tuve esa misma sensación cuando me crucé con este artículo de la neuropsicóloga Rocío Mayoral en El Confidencial (enlace corregido a 5/10/2019). Durante toda la tarde pensé que todas las personas que tienen cerca alguien con Déficit de Atención, con o sin hiperactividad, niño o adulto, deberían leer ese artículo como si fuese por mandato divino.

Vaya desde aquí mi felicitación a la doctora Mayoral por explicar las cosas tan bien y por su comprensión del TDAH y supongo que no le importará que comente en este humilde blog mis impresiones de su publicación.

Para empezar, me encanta la forma en que está organizado el artículo, de forma bien parcelada, con datos concisos y también ameno. Hay pocas cosas que un TDAH puede agradecer tanto como las cosas parceladas, concisas y amenas…

Pero, como digo, lo más importante es que se trata de un texto imprescindible a la hora de ayudar a quienes viven o conocen a alguien con Déficit de Atención para que nosotros tengamos esa sensación de “humildes pequeños éxitos” que tanto necesitamos, a la vez que ellos no acaben de los nervios por nuestras torpezas, comprendiéndonos mejor.

Se destaca, por ejemplo, que el mundo científico-sanitario empieza a ver el Trastorno cada vez con más claridad. Aunque la patología como tal ya se conoce desde principios del siglo XX, hasta hace relativamente poco y todavía ahora, muchos piensan que no es más que despiste, torpeza, tonterías, excusas, no poner atención porque no nos da la gana, y todo ese montón de “razones” con las que algunas personas nos hacen flaco favor. Ahora, sin embargo, ya se sabe que es una alteración ejecutiva: “A su cerebro le falta el director de orquesta”, como se cita a Brown. Es como si una oficina está llena de empleados inteligentes y llenos de entusiasmo, pero sin un jefe que los coordine.

Así, ahora la ciencia sabe que la corteza prefrontal de las personas con TDAH se desarrollan con unos tres años de retraso en comparación con una persona sin el Trastorno, y algunas otras curiosidades, como por ejemplo:

    Falta de memoria no verbal: Los afectados por este Trastorno somos capaces de hacer una cosa mal, darnos cuenta de que lo hemos hecho mal, sabemos que es algo que debe corregirse… pero costarnos mucho poner en práctica esa corrección. Si dicen que el ser humano es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, los TDAH tropezamos no dos veces, sino veinte, sin importar cuán buena sea la intención o cuánto daño nos haga fracasar de nuevo.
    No tenemos lenguaje interno: Cuando se creó el mundo y repartieron los libros de instrucciones para organizarse mentalmente, a los TDAH nos tocó la página en noruego defectuosa de imprenta. Por ejemplo, si la trama de una película es muy compleja y en algún momento dado no nos queda bien claro lo que está pasando, es muy posible que perdamos el hilo y la película termine cuando nos parece que todavía quedan cabos sueltos. ¿Con quién se casó al final el rubio? ¡¿Pero no se fueron a Wisconsin?! Esto puede resultar gracioso, y siempre está bien tomárselo con humor y no fomentar el drama, pero cuando se trata de hacer una gestión de cierta complejidad -incluso siendo un nivel de complejidad que cualquier persona consideraría fácil-, intentar organizar mentalmente la información, ya sea para hacer un informe, para explicárselo a otra persona, para hacer un resumen, o sencillamente para acordarse al día siguiente, puede traerle a uno de los nervios hasta el punto de no poder soportar el estrés. Y recordemos: No es uno un blandengue, un tonto, un inútil, un despistado… Realmente hay funciones cerebrales que no están cumpliendo con su labor. Es como intentar encender una lámpara: Si no hay filamento dentro de la bombilla, ya se te puede hinchar la vena de la frente todo lo que te dé la gana.

    Control del paso del tiempo: Ayer mientras leía el artículo de Rocío Mayoral, intentaba explicarme esto a mí mismo de forma sencilla, y creo que puede resumirse de esta manera: Imagínate que tienes una caja grande de cartón (que es el tiempo que dispones a lo largo del día) y tienes que meter dentro distintas piezas, de diversas formas y tamaños (que son las tareas que debes hacer ese día, tu tiempo de ocio, tu tiempo de estudio, la jornada de trabajo, etc). Pues bien: A los TDAH en vez de una caja de cartón tenemos un cono de tráfico y en lugar de piezas de distintas formas, tenemos pompas de jabón. Complicado hacer encajar nada con nada, ¿verdad? Evidentemente, el tiempo transcurre igual para todo el mundo, pero esta alteración ejecutiva de los TDAH hace que nosotros apreciemos esa realidad distorsionada. Así, a un TDAH puede darle la impresión de que tal vez le dé tiempo a hacer algo a ultimísima hora cuando es evidente que le resultará imposible, del mismo modo en que se nos puede pasar increíblemente rápido cierto espacio de tiempo (una mañana, un fin de semana…), sentirnos invadidos por una sensación de prisa que no podemos comprender… y cuando finaliza ese lapso de tiempo, nos cuesta comprender en qué hemos invertido todo ese tiempo en realidad. Podemos hacernos cierta idea con un poco de esfuerzo, pero en términos generales no lo sabemos y si alguien nos pide explicaciones de qué hemos hecho durante todo ese tiempo, no se trata de poner excusas o de huir de nuestras responsabilidades: Las funciones ejecutivas del cerebro no han cumplido con su misión y no sabemos qué hemos estado haciendo. O mejor dicho, no sabemos cuánto tiempo hemos dedicado a cada cosa ni, probablemente, en qué orden.
    Baja tolerancia emocional: De lo peor que puede pasarle a alguien con Déficit de Atención es que se le trate como si fuera inútil, o un vago, o un torpe, un descuidado… Tal vez las personas con TDAH somos quienes más cuidado tenemos siempre, pero aun así cometemos torpezas, y nos sentimos muy angustiados, estresados e impotentes cuando se nos echa en cara. Por supuesto, esto no debe ser utilizado como excusa: “Si soy un completo inútil, lo achaco al TDAH y ya está”. Eso no está bien, del mismo modo que tampoco está bien para quienes nos rodean acusarnos de ser unos desastres porque nos da la gana, por pereza, o que el TDAH se activa en ciertos momentos del día o sólo para ciertos asuntos. Cuando se echa en cara a un TDAH que puede tener problemas para recordar la lista de la compra pero no para estudiar matemáticas, o cuando se le recrimina que se agobie al hacer crucigramas pero no para completar las tareas (o viceversa), es porque no se ha comprendido en qué consiste el trastorno. Estas acusaciones de torpeza, vagancia, desinterés, etc. no ayudan en absoluto. Al contrario, disparan el estrés.

Como bien dice el artículo, una persona con TDAH puede ser muy inteligente (algunas personalidades de gran éxito, incluídos algunos considerados genios, lo padecen), pero no sabemos cómo poner en práctica esas aptitudes. Así que se marcan algunas pautas a seguir por parte de quienes estáis a nuestro lado, ya que buena parte del éxito y la autoestima de una persona con TDAH depende del apoyo que recibe de quienes le rodean. Por ejemplo:

    Tu cerebro retiene la información con Super Glue. Mi cerebro la retiene con pegamento cutre de los chinos: Ayúdame a organizar mis pensamientos. Repasa conmigo las cosas de las que debo acordarme, su orden, explícame cómo priorizar de forma efectiva y de forma que yo comprenda de forma razonada y lógica por qué es mejor organizarme así. No es que un TDAH sea tonto y no sepa priorizar: Comprendemos los valores, las necesidades, lo que es urgente y lo que no, pero a la hora de organizar esas tareas y ponernos manos a la obra, nos sentimos perdidos.
    Para mí, aprender de los errores del pasado no es un proceso automático: No dudes ponerme un post-it en la pantalla del ordenador, no me pongas las cosas cada día en un sitio diferente, no me pidas que te ayude de forma contradictoria (cambiando de lógica de un día para otro), hagamos que la lista de la compra sea cosa de dos, no me cambies una rutina una vez me he acostumbrado a ella, etc.
    Cuando me veas agobiado, ayúdame a establecer un orden mental: ¡Para > Piensa > Decide! Sé que es algo que debo hacer para no agobiarme absurdamente, pero no siempre consigo hacerlo por mí mismo y un simple recordatorio, o ver algo con lo que pueda asociar esa idea, puede ser muy útil.
    Salir a la calle a hacer siete recados puede estar fuera de mis límites de complejidad: No te impacientes o me tildes de vago si hago una parte ahora y dejo lo demás para después, o para mañana, o si hago las cosas en un orden extraño que para tí no tiene sentido: A no ser que realmente suponga un peligro o algo así, deja que lo haga a mi manera; ¡al menos, eso significa que he dado con la forma de hacerlo sin distraerme demasiado! Recuerdo hace años cuando mi mujer me preguntaba por qué barro y friego cada habitación, en lugar de barrer todo y luego fregar todo… Los TDAH necesitamos parcelar todo lo que hacemos: Siempre preferimos hacer cinco cosas pequeñas que una cosa grande. No me digas que tengo que ir hasta el fin del mundo: Anímame a dar un paso más, y otro, y otro… que con esa motivación ya llegaré al fin del mundo a su debido momento (y te lo agradeceré).
    Haz todo lo posible por no alterar los planes una vez se han establecido. En caso de haber un cambio de rutina, pregúntame si es mucha molestia, o si me importaría, o si me rompes mucho los planes, etc. Esto no significa que mis planes sean más importantes que los tuyos, faltaría más, pero abordar los cambios de esta forma me ayudarán a aceptarlos de buena gana sin tener la sensación de “mierda, tengo que volver a reorganizarme”. No te dejes engañar si parece que no tengo nada importante que hacer ese día: Recuerda que un TDAH tiene problemas para organizar todo su tiempo, no sólo sus responsabilidades más serias; el mero hecho de ir de visita cuando creía que irían al supermercado, o decidir jugar al fútbol cuando pensaba que jugarían al baloncesto, decidir a última hora que no van a salir de fiesta, o dedicar el domingo a tareas del hogar cuando esperaba pasarlo en el centro comercial, puede hacer que alguien con Déficit de Atención se empiece a estresar (y quiero recalcar lo de estresarse MUCHO) y necesite un tiempo para adaptarse mentalmente a la nueva situación. Avisa de los cambios con tiempo y de forma flexible, si te es posible.
    No soy “lento”. No necesito más tiempo para hacer las cosas: Necesito ayuda externa para gestionar ese tiempo, y cualquier cosa parecida a relojes, cronómetros, temporizadores, agendas, aplicaciones de productividad para el móvil, o una tablet cargada de calendarios y organizadores son auténtico oro puro para mí.
    Si me encargas algo, dame instrucciones claras y concisas y pídeme que te lo repita para asegurarte de que he atendido y te he comprendido. Si me estás hablando y está puesta la tele, hay música de fondo, gente a nuestro alrededor, etc, pregúntame si está claro, si te estoy entendiendo. Es muy posible que alguna distracción haya hecho que en algún momento perdamos el hilo, incluso cuando nos esforzamos en prestar toda la atención posible. En clase o en el trabajo, invítame a sentarme en primera fila, o de forma que la distracción sea la mínima posible. Si tengo que contar (dinero, objetos…) anímame a hacerlo en voz alta. Si necesito concentrarme mucho en una tarea, es posible que alguna musica muy relajante pueda ayudarnos a “enfocar” (pero ojo: Esta música relajante puede hacer que muchos TDAH se distraigan todavía más. No todos los TDAH somos iguales -ni todas las músicas tampoco- así que supongo que es cuestión de experimentar…) Hay expertos que dicen que no hay que poner música a un TDAH que intenta concentrarse, pero a veces es la única forma de que no prestemos tanta atención a la tele, a los coches que pasan, a los pájaros que cantan, a cómo sopla el viento…
    Organización… también en pasado: Dado que los TDAH tenemos una impresión del tiempo diferente al resto de la gente, no sólo necesitamos organizar en futuro, sino también en pasado. Pregúntame si me he acordado de hacer tal cosa (y si no era demasiado importante o urgente, no te enfades si lo olvidé; los reproches ayudarán a hacerme sentir mal e impotente, NO que mañana sí lo haga). Hazme un seguimiento de cuando en cuando: “Hola, sólo llamaba para saludar. ¿Qué haces? ¿Ya irás camino de la estación, verdad?” Lo entendéis, ¿no? Si olvidé que tenía que ir a la estación, por un momento me sentiré mal por no haberme acordado pero por otro lado me sentiré agradecido por el recordatorio. Y si de hecho, sí me he acordado y  al recibir esa llamada voy camino de la estación, me sentiré orgulloso y satisfecho de haberme acordado por mí mismo y haber cumplido con esa tarea. Por eso nos resulta tan útil tener en el móvil, la tablet o el ordenador herramientas de productividad y listas en las que podamos, no sólo ver qué nos falta por hacer, sino también marcar lo que ya hemos hecho. Por cierto, eso me lleva a recomendar este siguiente punto:
    Valora mis éxitos: Qué le vamos a hacer, los TDAH somos como un perrillo que mueve el rabo cuando le felicitas dándole una galleta. Si de verdad quieres que alguien con el Trastorno se sienta como el rey del mundo por un momento, valora positivamente cuando se acuerda de lo que ha hecho durante el día, cuando se presenta a tiempo a una cita, cuando se ha quitado de encima todas las tareas que tenía que hacer hoy (aunque a tí esas tareas te importen cuatro pepinos). No hace falta que organices una fiesta ni le trates como si fuera un niño pequeño: Un simple “¡guay!” es suficiente. Es la gasolina que nos hace seguir adelante con entusiasmo y satisfacción.
    Habrá quien piense que los TDAH podemos ser maleducados, porque algo que nos caracteriza -a unos más que otros, según el grado de hiperactividad- es que solemos interrumpir a la gente,  meternos en conversaciones donde no pintamos nada, o “estar por medio”. Pido disculpas por ello, no pretendo justificarme, pero muchas veces los TDAH no nos damos cuenta en ese momento. Por eso, si vas conmigo a una reunión, a una fiesta, me acompañas a una entrevista de trabajo, o lo que sea, no tengas reparo en recordármelo: Sé educado, espera a que hable la otra persona, piensa no sólo en qué quieres decir, sino en cuándo lo puedes decir, no te pongas por medio, etc. Creo que alguna vez comenté en este blog que soy budista, de la tradición del Dalai Lama; dentro del budismo tibetano suele haber mucho protocolo, por lo que me siento muy cómodo en presencia de los lamas, en centros budistas, etc. No sólo por identificarme con ese ambiente, sino porque muchos TDAH tendemos a sentirnos más cómodos en ambientes establecidos donde está claro lo que uno debe o no debe hacer, y nos incomodan los ambientes en los que no sabemos a qué atenernos.
    Si eres empresario, encargado o algo parecido y tienes a tu cargo a alguien con TDAH, déjale claras las pautas generales: Si es nuevo en la empresa, probablemente se sentirá mucho más tranquilo si sabe cosas como cuándo puede o no puede ir al baño, hasta qué punto tiene permitido mirar el móvil, si debería estar sentado o si puede moverse de cuando en cuando… Una persona cualquiera puede tener curiosidad por saber estas cosas, mientras que otras ni siquiera repararán en ello; por contra, algunas personas con TDAH podrían sentirse muy intranquilas si no saben bien a qué atenerse. Ten en cuenta que hay personas con el Trastorno que son o aparentan ser tímidas porque temen molestar (o parecer idiotas) si están todo el tiempo preguntando o pidiendo aprobación sobre cada cosa que hacen. Da tú el paso: Si sabes que esa persona tiene TDAH, se tú quien le diga “¿Cómo va esa tarea? Ah, muy bien”, “Buf, a ver si terminamos esto antes de que llegue el jefe a las cuatro”, o “Oye, estira las piernas diez minutos si quieres, ¿eh?” Un TDAH siempre agradecerá esta clase de indicaciones.
    No todos los afectados por Déficit de Atención tienen hiperactividad, y ésta puede ser totalmente diferente en niños y en adultos. Mientras que un niño hiperactivo puede ser un completo infierno para quienes están con él, en un adulto esa misma hiperactividad se puede traducir en sentirse más a gusto de pie que sentado, o tardar mucho en coger la postura para dormirse, o estar “taca-taca-taca-taca” dale que te pego moviendo la pierna, o rascarse cada pocos segundos, o haciendo algún leve movimiento rítmico, o sencillamente con una sensación interior de inquietud aunque para el resto de la gente parezca estar tranquilo. Para esto hay muchas cosas que puedes animarle a hacer a alguien con el Trastorno, como teatro, yoga o -qué voy a decir yo siendo budista- la meditación. Las meditaciones más sencillas consisten en concentrarse sobre un objeto, ya sea una imagen mental o un objeto físico, vaciando la mente de todo lo demás, sin dejarse alterar por el resto del entorno o pensamientos. Cada vez hay más estudios científicos de alto nivel que avalan los beneficios de la meditación, por lo que pararse durante unos minutos quieto y en silencio, decirle a la mente que deje de cacarear y detenerse en el momento presente, puede ser algo muy beneficioso para un TDAH, no sólo por el bienestar mental que proporciona, sino también por los beneficios estrictamente cerebrales.
    Anímame tú que a mí me da risa: Antes dije que cuando se repartieron los manuales de instrucciones de la mente, a los TDAH les tocó la versión defectuosa en noruego. Eso, evidentemente, no sólo hace que tengamos problemas a la hora de organizarnos, sino a la hora de establecer un diálogo interno. Hay quien dice que si pudieras escuchar lo que piensa un TDAH, sería como escuchar siete canales de televisión todos al mismo tiempo. No sé si siete… ¡pero tres o cuatro, sí! (Esto es variable según el caso y la antena de cada cual). Eso es lo que explica que a los TDAH nos cueste motivarnos a nosotros mismos. Supongamos que tengo que hacer sin falta una cosa importantísima, pero estamos solos sin nadie que nos lo recuerde o nos anime. Procrastinamos una y otra vez hasta que nos levantamos con ímpetu de la silla y pensamos: “¡Se acabó, lo voy a hacer de una vez por todas y lo voy a hacer ahora mismo!” …pero a los cinco minutos estamos con cara de pánfilo, porque parece ser que mirar cómo se están mojando bajo la lluvia aquellas dos palomas es más importante…

Tal vez lo peor de todo, al menos en mi caso personal, sea la frustración. Habrá quien piense: “Oye, pero si tienes este Trastorno y sabes todas estas cosas y estás tan bien informado, podrás darte cuenta y evitarlo, ¿no?” Parece algo lógico, pero volvemos al principio: Hay una disfunción ejecutiva. No soy “yo”, no es mi ánimo, no es mi estima, no son mis ganas, no es mi pereza… es una disfunción cerebral tan real y tan merecedora de consideración como la disfunción cerebral del esquizofrénico que oye voces, o la del obsesivo-compulsivo que es incapaz de dormir tranquilo si no ha frotado seis veces el grifo de la cocina con un paño azul. (Por cierto, hay un alto índice de personas con Trastorno Obsesivo Compulsivo que también padecen TDAH, y viceversa). La frustración radica en que sabemos que el Trastorno está ahí, y nos damos cuenta de que, efectivamente, trastorna nuestro quehacer cotidiano, pero incluso viéndolo, tenemos enormes dificultados tanto para animarnos a nosotros mismos a hacer las cosas bien, como después para encajar nuestras torpezas. Por eso es tan útil que alguien a nuestro lado nos apoye y nos comprenda.

Así que como dice el artículo de la doctora Mayoral, “paciencia, ánimo y sobre todo, mucha constancia”. Eso por parte de quienes tenéis a alguien con el Trastorno cerca, junto con mucha comprensión, cariño y positivismo. Por parte de los afectados, “gracias, gracias y sobre todo, gracias” por vuestra comprensión y apoyo.

 PUBLICADO queteniaquehaceryo.wordpress.com

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