viernes, 17 de enero de 2020

Un alto cociente intelectual retrasa la detección del TDAH

REDACION MEDICA


La inteligencia del niño con trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) no está mermada (de hecho a menudo sucede lo contrario). En consecuencia, el rendimiento académico no siempre delata el problema y, a veces, un niño inteligente, pero que padece el trastorno, no da señales que sirvan de alarma a padres y educadores para llevarlo al médico.

Así lo razona Paloma Méndez, neuropsicóloga clínica del Hospital Quirónsalud San José, quien ha subrayado que a muchos pequeños no se les diagnostica el trastorno precisamente por ese motivo.

“Una vez sospechamos que el niño puede tener TDAH, debemos encaminar los pasos hacia su diagnóstico. La determinación del cuadro debe ser siempre multidisciplinar, siendo el eje central el neuropediatra, en colaboración con el psicólogo y el neuropsicólogo, fundamentalmente”, ha añadido.

En el extremo contrario –puntualiza– “en ocasiones se da un sobrediagnóstico y nos encontramos con pequeños con un problema de conducta o con dificultades cognitivas de otra índole que son etiquetados, de forma inadecuada, de TDAH”.

Para tratar de esclarecer el diagnóstico, Méndez recomienda que el clínico ponga el acento en los síntomas nucleares: déficit de atención, hiperactividad e impulsividad.  “No obstante, no es necesario que se den conjuntamente los tres síntomas para presentar el cuadro, ya que hay diferentes subtipos: tipo combinado (con los tres síntomas), predominio hiperactivo-impulsivo y predominio del déficit de atención”, explica.

Un alto cociente intelectual retrasa la detección del TDAH
Paloma Méndez, neuropsicóloga clínica del Hospital Quirónsalud San José

El TDAH condiciona la regulación del sueño, la atención, el funcionamiento ejecutivo, el nivel de actividad y la inhibición de la conducta. “En muchas ocasiones, sus síntomas dificultan la relación del niño con el entorno y es frecuente que se asocie a problemas de comportamiento y a dificultades escolares”, continúa.

‘Pistas’ para que los padres detecten el trastorno

Esta neuropsicóloga clínica señala algunas pistas que los padres deben tener en cuenta para orientar la búsqueda de ayuda.

Entre otras, señala las que siguen: “Que en  el colegio refieran que se dan uno o varios síntomas nucleares del cuadro (déficit de atención, hiperactividad e impulsividad) y que los síntomas aparezcan antes de los seis años de vida y se mantengan al menos seis meses y en todos los contextos (escuela, casa, cuando está con otros familiares, en actividades extraescolares, etc.)”.

Asimismo, resulta necesario “esperar hasta los seis años, pues a nivel madurativo hay diferentes ritmos de desarrollo, lo que puede ocasionar que un niño de cuatro años con aparentes signos de TDAH evolucione normalmente y a los seis no muestre ninguno”.

“La alerta atencional suele ser adecuada, por lo que no debe despistar a los padres que su hijo pueda focalizar bien la atención cuando algo le motiva (por ejemplo, un juego de videoconsola)”, advierte.

“El mejor consejo es que, ante la duda, es menos perjudicial valorar a un niño que no tiene TDAH, que retrasar el diagnóstico precoz al pensar que el pequeño evolucionará normalmente”, recomienda.
Por David Aparicio en Psycciencia

Los estudios internacionales calculan que la prevalencia del trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) es del 5 % al 7%, convirtiéndolo así en el trastorno más común del neurodesarrollo.
Los síntomas de hiperactividad e impulsividad característicos de este trastorno que no han sido tratados a tiempo se relacionan con conductas de riesgo como el manejo irresponsable, abuso de sustancias y conductas sexuales de riesgo, durante la adolescencia y adultez.
Una investigación longitudinal taiwanesa se concentró específicamente en las conductas sexuales de riesgo y las enfermedades de transmisión sexual de los adolescentes con este trastorno.
Para ello utilizaron el Taiwan National Health Insurance Research Database, una base de datos que incluye al 99% de la población taiwanesa y que les permitió acceder a una cohorte de 17,898 adolescentes y jóvenes adultos diagnosticados con TDAH; y también tuvieron acceso a un grupo control de 71,592 adolescentes sin el diagnóstico y sin enfermedades de transmisión sexual. Los investigadores siguieron los datos a los participantes desde el año 2001 al 2009 y obtuvieron datos relacionados con la conductas de riesgo relacionadas con el VIH, sifilis, gonorrea, clamidia, tricomoniasis, comorbilidad psiquiatría y tratamiento farmacológico para el TDAH.
Al recabar toda esta información el equipo encontró una elevada incidencia de cualquiera de las enfermedades de transmisión sexual y se diagnosticaban más temprano en los adolescentes y adultos con TDAH. Relacionado con la comorbilidad de trastornos mentales, también encontraron una alta prevalencia de los trastornos de la conducta disruptiva, abuso de alcohol y sustancias.
El riesgo de contraer enfermedades de transmisión sexual en jóvenes con TDAH es muy elevado. ¿Qué se puede hacer para prevenir este riesgo?Resultado de imagen de ets
La investigación también encontró que el tratamiento farmacológico para el TDAH redujo entre el 30 y 41% el riesgo de contraer enfermedades de transmisión sexual. Lo que significa que un tratamiento adecuado y a tiempo podría ser la clave para evitar las conductas impulsivas de los jóvenes con TDAH y al mismo tiempo reduciría la probabilidad infección de las enfermedades de transmisión sexual.
Referencia del estudio: 1. Mu-Hong Chen, Ju-Wei Hsu, Kai-Lin Huang, Ya-Mei Bai, Nai-Ying Ko, Tung-Ping Su, Cheng-Ta Li, Wei-Chen Lin, Shih-Jen Tsai, Tai-Long Pan, Wen-Han Chang, Tzeng-Ji Chen. Sexually Transmitted Infection Among Adolescents and Young Adults With Attention-Deficit/Hyperactivity Disorder: A Nationwide Longitudinal Study. Journal of the American Academy of Child & Adolescent Psychiatry, 2018; 57 (1): 48 DOI: 10.1016/j.jaac.2017.09.438

"Los adultos con TDAH están abandonados a su suerte"


Francisco Javier Quintero explica los retos que a día de hoy existen en el diagnóstico del trastorno 

Publicado en Redacion medica 


Aunque cada vez hay más conocimiento sobre el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), aún existen retos en su diagnóstico, sobre todo entre las niñas y los adultos. Así lo asegura Francisco Javier Quintero, jefe de Servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario Infanta Leonor, quien ha explicado a Redacción Médica cuáles son los mayores desafíos que implican que siga habiendo un alto porcentaje de infradiagnóstico. 

¿Sigue habiendo retrasos en el diagnóstico? ¿Qué tiempo promedio se tarda en diagnosticar el trastorno?
Hicimos un estudio hace unos años y desde las primeras interferencias de síntomas que generan disfunción, que suelen aparecer en torno a los seis-siete años, y el primer diagnóstico formal pasa poco más de dos años. Este tiempo en un niño de esa edad es muchísimo. Aunque es la media. Hay a quienes se les ha diagnosticado muy rápido y otros que tardan más.

¿Cuáles son los mayores retos en el diagnóstico a día de hoy?
Deberíamos tomar mayor concienciación en torno a la prevención: en la capacidad de diagnósticos precoces. Hay una tendencia enmarcada en un cierto ‘buenismo’ que realmente ayuda muy poco a los niños. Y tiene que ver con que cuando empezamos a ver los síntomas, en lugar de intentar entenderlos se dice esi de: 'Vamos a esperar'; 'Vamos a dejarlo funcionar a ver esto hacia dónde va...'.

Y lo normal es que estos síntomas no evolucionen bien; si un niño empieza a tener problemas con la atención y le está costando seguir el ritmo del aula, lo razonable es que eso cada vez vaya a más hasta que comience a suspender. Si empieza a ser muy inquieto y muy impulsivo, y le pasa factura en la interacción con los mayores y con sus iguales, la situación tiende a ser cada vez mayor.
 "Los adultos con TDAH están abandonados a su suerte"
Lo que no se puede es no hacer nada. Tenemos que observar cuando un niño empieza a tener problemas e intervenir cuando comiencen las disfunciones para él o para el entorno.
Dice que hay un cierto buenismo.
Hay una tendencia muchas veces a decir que hay que esperar y ver cómo evoluciona. Estoy de acuerdo en que muchas veces si la disfunción o los problemas son leves efectivamente hay que observar, intentando corregir aquellas cosas que no están funcionando. Lo que no quiere decir no hacer nada.

"Hay una tendencia enmarcada en un cierto 'buenismo' que realmente ayuda muy poco a los niños con TDAH"
Aquí parece que todo se trata de poner o no medicación. Hay muchas cosas para hacer alrededor de un niño con TDAH, como por ejemplo trabajar con los padres. Un programa de psicoeducación con los progenitores debería aparecer en el minuto uno de la sospecha de trastorno. Desde que empieza a ser inquieto, inatento  e impulsivo, hay que ayudar a sus padres a entender lo que ocurre y a saber cómo pueden reconducir el funcionamiento de su hijo.

Y desde luego, las aulas. Los colegios son espacios privilegiados tanto para poder detectar posibles casos de TDAH como para empezar a hacer pequeñas cosas en el día a día de los niños, que desde luego mejoran mucho su calidad de vida.

En este sentido, ¿cree que hace falta hacer más trabajo entre los profesionales sanitarios y los docentes para que sepan en qué consiste el TDAH y puedan reconocerlo?

Hace falta hacer mucho más trabajo, sí.

¿Por qué se sigue diagnosticando menos a las niñas?

Porque los síntomas (la atención, hiperactividad, impulsividad) las niñas tienden a ser más inatentas que inquietas, lo cual hace que la inatención pase más desapercibida. Cuando un niño es muy inquieto en el aula se ve muy rápido. Cuando es una niña inatenta que está en su mundo, no da problemas  y va aprobando, pues nadie hace nada. En general, nadie se da cuenta de que se pierde la mitad de las cosas que pasan en la clase por estar abstraída.

Hasta que empieza a suspeder, porque la exigencia aumenta al final de la Primaria o al principio de la Secundaria, y de repente saltan las alarmas de 'qué ha pasado'. Y lo que ha pasado es que la niña lleva seis años sin enterarse bien.

Aquí volvemos un poco al trabajo de los docentes.

Claro. Y sobre todo poner el foco donde creo que hay que ponerlo, que es en el déficit de atención, no en la hiperactividad. La hiperactividad es sin duda un síntoma muy importante dentro de la triada del TDAH, pero más importante es el déficit de atención. Es lo que más tiene que ver con la complicación de los niños de cara a la adquisición de un buen aprendizaje y unas buenas habilidades sociales.

¿Cómo están diagnosticando ahora y cómo se debería diagnosticar el déficit de atención?

Va mucho por barrios. Lamentablemente todavía en el mundo del TDAH hay gente que se permite tener opiniones pseudocientíficas o de corte machista. Yo jamás he visto a los cardiólogos discutir sobre la existencia de la insuficiencia cardiaca, pero sí he visto a los profesionales de la salud mental discutir sobre este trastorno.

Yo muchas veces digo que si el TDAH no existe llamémosle de otra manera, pero si son niños inquietos, inatentos e impulsivos, que les cuesta seguir el ritmo en el aula e interaccionar con los iguales, habrá que llamarlos de alguna forma. Porque habrá que hacer algo con esos pequeños. Desde luego la solución no es no hacer nada, como tampoco la es culpar a las madres de que educan mal a sus hijos.

"Hay que poner el foco en el síntoma de déficit de atención"
El problema aquí, como digo, va por barrios. Hay áreas donde todo funciona fenomenal, la gente está bien concienciada y se ofrece una atención precoz. Y va así desde las aulas hasta los profesionales de Atención Primaria, y por supuesto los equipos de Salud Mental.

Hay colegios con una concienciación estupenda, y en cuanto aparece algo que hace sospechar montan un circuito para que alguien evalúe a ese niño o niña y seamos capaces de saber si lo que le pasa es normal o hay que hacer algo. Y lo mismo pasa en AP. Hay mucho médico muy concienciado, que desde el principio le ponen el acento necesario conforme a las necesidades del paciente.

Si se hace y bien es muy sencillo. Muchas veces me encanta ver TDAH que son muy fáciles de manejar. A mí me complica cuando aparece un niño en la adolescencia consumiendo hachís, fracasado escolarmente, con trastorno de conducta. Ahí a veces nos las vemos y nos las deseamos para enderezarlo, cuando años antes solo era inatento, algo inquito y un poco impulsivo además.

¿La patología dual hace importante que se diagnostique pronto el trastorno?

Me gusta referirme al TDAH como un factor de riesgo evolutivo, es decir, es importante porque ensombrece el pronóstico de quien lo padece. Y lo ensombrece en muchas áreas, siendo una muy relevante desde el punto de vista de la salud mental: la comorbilidad.

Puede haber trastornos de conducta, ansiedad, depresión, aprendizaje… pero hay otras comorbilidades que para mí, si cabe, son tan o más importantes. Tienen que ver con que el TDAH multiplica el riesgo de fracaso escolar, el consumo de drogas y los accidentes de circulación.

¿Qué ocurre con los adultos con TDAH?

Que están abandonados a su suerte. El problema fundamental es que en la edad adulta el diagnóstico es muy complejo. Hay muy pocos profesionales hoy por hoy en España que comprendan y diagnostiquen y, por supuesto, traten bien el TDAAunque cada vez hay más conocimiento sobre el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), aún existen retos en su diagnóstico, sobre todo entre las niñas y los adultos. Así lo asegura Francisco Javier Quintero, jefe de Servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario Infanta Leonor, quien ha explicado a Redacción Médica cuáles son los mayores desafíos que implican que siga habiendo un alto porcentaje de infradiagnóstico.

¿Sigue habiendo retrasos en el diagnóstico? ¿Qué tiempo promedio se tarda en diagnosticar el trastorno?

Hicimos un estudio hace unos años y desde las primeras interferencias de síntomas que generan disfunción, que suelen aparecer en torno a los seis-siete años, y el primer diagnóstico formal pasa poco más de dos años. Este tiempo en un niño de esa edad es muchísimo. Aunque es la media. Hay a quienes se les ha diagnosticado muy rápido y otros que tardan más.

¿Cuáles son los mayores retos en el diagnóstico a día de hoy?

Deberíamos tomar mayor concienciación en torno a la prevención: en la capacidad de diagnósticos precoces. Hay una tendencia enmarcada en un cierto ‘buenismo’ que realmente ayuda muy poco a los niños. Y tiene que ver con que cuando empezamos a ver los síntomas, en lugar de intentar entenderlos se dice esi de: 'Vamos a esperar'; 'Vamos a dejarlo funcionar a ver esto hacia dónde va...'.

Y lo normal es que estos síntomas no evolucionen bien; si un niño empieza a tener problemas con la atención y le está costando seguir el ritmo del aula, lo razonable es que eso cada vez vaya a más hasta que comience a suspender. Si empieza a ser muy inquieto y muy impulsivo, y le pasa factura en la interacción con los mayores y con sus iguales, la situación tiende a ser cada vez mayor.

Lo que no se puede es no hacer nada. Tenemos que observar cuando un niño empieza a tener problemas e intervenir cuando comiencen las disfunciones para él o para el entorno.

Dice que hay un cierto buenismo.

Hay una tendencia muchas veces a decir que hay que esperar y ver cómo evoluciona. Estoy de acuerdo en que muchas veces si la disfunción o los problemas son leves efectivamente hay que observar, intentando corregir aquellas cosas que no están funcionando. Lo que no quiere decir no hacer nada.



Aquí parece que todo se trata de poner o no medicación. Hay muchas cosas para hacer alrededor de un niño con TDAH, como por ejemplo trabajar con los padres. Un programa de psicoeducación con los progenitores debería aparecer en el minuto uno de la sospecha de trastorno. Desde que empieza a ser inquieto, inatento  e impulsivo, hay que ayudar a sus padres a entender lo que ocurre y a saber cómo pueden reconducir el funcionamiento de su hijo.

Y desde luego, las aulas. Los colegios son espacios privilegiados tanto para poder detectar posibles casos de TDAH como para empezar a hacer pequeñas cosas en el día a día de los niños, que desde luego mejoran mucho su calidad de vida.

En este sentido, ¿cree que hace falta hacer más trabajo entre los profesionales sanitarios y los docentes para que sepan en qué consiste el TDAH y puedan reconocerlo?

Hace falta hacer mucho más trabajo, sí.

¿Por qué se sigue diagnosticando menos a las niñas?

Porque los síntomas (la atención, hiperactividad, impulsividad) las niñas tienden a ser más inatentas que inquietas, lo cual hace que la inatención pase más desapercibida. Cuando un niño es muy inquieto en el aula se ve muy rápido. Cuando es una niña inatenta que está en su mundo, no da problemas  y va aprobando, pues nadie hace nada. En general, nadie se da cuenta de que se pierde la mitad de las cosas que pasan en la clase por estar abstraída.

Hasta que empieza a suspeder, porque la exigencia aumenta al final de la Primaria o al principio de la Secundaria, y de repente saltan las alarmas de 'qué ha pasado'. Y lo que ha pasado es que la niña lleva seis años sin enterarse bien.

Aquí volvemos un poco al trabajo de los docentes.

Claro. Y sobre todo poner el foco donde creo que hay que ponerlo, que es en el déficit de atención, no en la hiperactividad. La hiperactividad es sin duda un síntoma muy importante dentro de la triada del TDAH, pero más importante es el déficit de atención. Es lo que más tiene que ver con la complicación de los niños de cara a la adquisición de un buen aprendizaje y unas buenas habilidades sociales.

¿Cómo están diagnosticando ahora y cómo se debería diagnosticar el déficit de atención?

Va mucho por barrios. Lamentablemente todavía en el mundo del TDAH hay gente que se permite tener opiniones pseudocientíficas o de corte machista. Yo jamás he visto a los cardiólogos discutir sobre la existencia de la insuficiencia cardiaca, pero sí he visto a los profesionales de la salud mental discutir sobre este trastorno.

Yo muchas veces digo que si el TDAH no existe llamémosle de otra manera, pero si son niños inquietos, inatentos e impulsivos, que les cuesta seguir el ritmo en el aula e interaccionar con los iguales, habrá que llamarlos de alguna forma. Porque habrá que hacer algo con esos pequeños. Desde luego la solución no es no hacer nada, como tampoco la es culpar a las madres de que educan mal a sus hijos.



El problema aquí, como digo, va por barrios. Hay áreas donde todo funciona fenomenal, la gente está bien concienciada y se ofrece una atención precoz. Y va así desde las aulas hasta los profesionales de Atención Primaria, y por supuesto los equipos de Salud Mental.

Hay colegios con una concienciación estupenda, y en cuanto aparece algo que hace sospechar montan un circuito para que alguien evalúe a ese niño o niña y seamos capaces de saber si lo que le pasa es normal o hay que hacer algo. Y lo mismo pasa en AP. Hay mucho médico muy concienciado, que desde el principio le ponen el acento necesario conforme a las necesidades del paciente.

Si se hace y bien es muy sencillo. Muchas veces me encanta ver TDAH que son muy fáciles de manejar. A mí me complica cuando aparece un niño en la adolescencia consumiendo hachís, fracasado escolarmente, con trastorno de conducta. Ahí a veces nos las vemos y nos las deseamos para enderezarlo, cuando años antes solo era inatento, algo inquito y un poco impulsivo además.

¿La patología dual hace importante que se diagnostique pronto el trastorno?

Me gusta referirme al TDAH como un factor de riesgo evolutivo, es decir, es importante porque ensombrece el pronóstico de quien lo padece. Y lo ensombrece en muchas áreas, siendo una muy relevante desde el punto de vista de la salud mental: la comorbilidad.

Puede haber trastornos de conducta, ansiedad, depresión, aprendizaje… pero hay otras comorbilidades que para mí, si cabe, son tan o más importantes. Tienen que ver con que el TDAH multiplica el riesgo de fracaso escolar, el consumo de drogas y los accidentes de circulación.

¿Qué ocurre con los adultos con TDAH?

Que están abandonados a su suerte. El problema fundamental es que en la edad adulta el diagnóstico es muy complejo. Hay muy pocos profesionales hoy por hoy en España que comprendan y diagnostiquen y, por supuesto, traten bien el TDAH en la edad adulta.

Si se trata de una continuación del tratamiento del paciente que inició sus andanzas con el diagnóstico de TDAH durante la infancia o adolescencia y se hace mayor, es más fácil verlo. En pacientes que cuando eran jóvenes y adolescentes nadie les diagnosticó y hoy tienen más de 20 años… van como pueden. Es complicado. Ahí hay una carencia importante en lo que al TDAH se refiere: en el diagnóstico y el manejo del adulto.

¿Qué cree que se puede hacer para mejorarlo?

Pues como en casi todos los problemas en salud en general, hay que formar y capacitar a los profesionales en el diagnóstico y trataiento de estos pacientes. Nadie diagnostica lo que no conoce. Pero si sabes lo que es, entonces eres capaz de detectarlo en tus pacientes y ver qué el síntoma podría ser a raíz de un TDAH.

Entonces eres capaz de explorarlo adecuadamente e, incluso, de pedir ayuda externa. A veces uno no tiene por qué tener todas las herramientas, pero tiene que sospechas. Si no es capaz de manejarlo, que sea capaz de derivarlo a alguien que sea capaz de evaluarlo H en la edad adulta.

Si se trata de una continuación del tratamiento del paciente que inició sus andanzas con el diagnóstico de TDAH durante la infancia o adolescencia y se hace mayor, es más fácil verlo. En pacientes que cuando eran jóvenes y adolescentes nadie les diagnosticó y hoy tienen más de 20 años… van como pueden. Es complicado. Ahí hay una carencia importante en lo que al TDAH se refiere: en el diagnóstico y el manejo del adulto.

¿Qué cree que se puede hacer para mejorarlo?

Pues como en casi todos los problemas en salud en general, hay que formar y capacitar a los profesionales en el diagnóstico y tratamiento de estos pacientes. Nadie diagnostica lo que no conoce. Pero si sabes lo que es, entonces eres capaz de detectarlo en tus pacientes y ver qué el síntoma podría ser a raíz de un TDAH.

Entonces eres capaz de explorarlo adecuadamente e, incluso, de pedir ayuda externa. A veces uno no tiene por qué tener todas las herramientas, pero tiene que sospechas. Si no es capaz de manejarlo, que sea capaz de derivarlo a alguien que sea capaz de evaluarlo

El TDAH tiene consecuencias en la salud, el trabajo y las relaciones

El trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) afecta al 2,8 por ciento de los adultos, "y tiene consecuencias relevantes en su salud, trabajo y relaciones personales", ha afirmado Gonzalo Arrondo, investigador del grupo 'Mente-cerebro' del Instituto Cultura y Sociedad (ICS) de la Universidad de Navarra, en el marco de la jornada 'Adultos con TDAH, una realidad desconocida'.

Según ha comentado Arrondo, quien ha coorganizado este encuentro con Raquel Artuch, profesora e investigadora de UNED Pamplona, si bien el 4 por ciento de los niños lo padece, "no es solo una cuestión que les afecta a ellos y que fundamentalmente influye en lo escolar; no desaparece con la mayoría de edad". Así, ha enfatizado la importancia de la visibilidad del TDAH en adultos, ya que hay países donde la cifra de diagnóstico es solo del 1 por ciento.

Esta falta de diagnóstico puede suponer problemas graves: "Si no sabes cómo eres no puedes tomar medidas para minimizar las consecuencias negativas". Algunos de estos problemas asociados al trastorno pueden ser, de acuerdo con estudios, abuso de sustancias, depresión, ansiedad o trastornos alimentarios (bulimia, anorexia, obesidad...). "Si tienes TDAH y no llegas a todo, no cumples las expectativas, te puede generar ansiedad o depresión", ha explicado.

Inquietud, impulsividad y conductas de riesgo 


En la jornada también ha intervenido el psiquiatra Rafael Benito Moraga, quien ha subrayado que, en la vida adulta, el TDAH "conlleva un déficit en el rendimiento de funciones cerebrales básicas para una buena adaptación en gran parte de las áreas de la vida".

Por un lado, ha expuesto que la dificultad para regular la atención puede provocar descuidos y olvidos en la vida personal y laboral, que pueden resultar molestas a cierta parte de su entorno. Incluso "despistes en la conducción que a veces tienen consecuencias graves", ha añadido.

Por otro lado, ha apostillado que "la inquietud y la impulsividad asociadas al trastorno favorecen la aparición de conductas de riesgo", además de problemas derivados de no regular los propios actos, palabras o emociones. "El adulto con TDAH es inquieto, se distrae con mucha facilidad, olvida con frecuencia compromisos y le cuesta mantener el orden, la atención e iniciar tareas que exigen concentración", ha descrito el psiquiatra.

Sin embargo, presentar estos rasgos no implica necesariamente padecer el trastorno. Tanto Arrondo como Benito han coincidido en que solamente hay que preocuparse si estos son "persistentes" y suponen "consecuencias negativas en la vida diaria". Si se da este caso, aconsejan consultar al médico de referencia.
El TDAH tiene consecuencias en la salud, el trabajo y las relaciones
Además de ellos, han intervenido en el encuentro Egiarte Goikoetxea, orientadora del Instituto para adultos Félix Urabayen; Fernando Oscoz, orientador del centro integrado Cuatrovientos de formación profesional; Iñaki Lorea, psicólogo clínico de la Fundación Argibide y profesor de la Universidad Pública de Navarra; Azucena Díez, psiquiatra de la Clínica Universidad de Navarra; y Juan Cruz Ripoll, orientador en el Colegio Santa María la Real. Asimismo, personas adultas con TDAH y familiares han ofrecido su testimonio en una mesa redonda.

Esta jornada se ha enmarcado en el proyecto de investigación 'Decisiones habituales: devaluación en la toma de decisiones en adultos con y sin TDAH', que desarrolla el ICS con financiación del Ministerio de Economía y Empresa del Gobierno de España, y en el proyecto 'Síntomas de TDAH en adultos: prevalencia en el sistema educativo de Navarra', de UNED-Pamplona.

publicado en REDACION MEDICA