EL TDAH EN
ADULTOS
Yolanda
Soriano García
Psicóloga
Especialista en Psicología Clínica
El
trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) es uno de los
trastornos neuropsicológicos más comunes en la infancia y en la
adolescencia.
Las
primeras descripciones clínicas del trastorno se realizaron en niños a
comienzos del siglo pasado. La investigación se centró en la población infantil
porque no se entendía la manifestación del trastorno en adultos. A partir
de 1976 ya se han ido publicando trabajos sólidos que ponen en evidencia este
diagnóstico en adultos.
Sabemos
que tiene su inicio en la infancia temprana, que afecta aun porcentaje alto de
la población infantil (entre el 5 y el 20%). Se caracteriza, con diferentes
proporciones, en cada caso por la dificultad para mantener la atención, la
impulsividad e hiperkinesia (exceso de actividad no propositiva).
Se
consideran tres formas
clínicas de presentación: con predominio del déficit de
atención, con predominio de la hiperactividad y la impulsividad y la tercera
como la combinación de ambas, que es la más frecuente.
La
investigación más reciente atribuye la falta de control que se tiene a un
déficit en la capacidad de inhibir los impulsos y pensamientos que realizan las
funciones ejecutivas.
Entre
las causas de estas alteraciones de las funciones ejecutivas
intervienen, en la minoría de los casos, factores adquiridos como las lesiones
neurológicas tempranas, pero es fundamentalmente debida a factores
genéticos. Algún ejemplo de los datos en este sentido es el hecho de que
ya, se han encontrado variaciones alélicas de genes que codifican proteínas
fundamentales en el sistema dopaminérgico, como el receptor D4 y el
transportador de dopamina.
A
menudo este
trastorno de la infancia se presenta junto con dificultades de
aprendizaje, problemas de conducta, y otros trastornos neuropsiquiátricos,
presentado una gran comorbilidad, siendo muy pocos los casos llamados “puros”.
El
TDAH infantil puede ser un factor de vulnerabilidad para el desarrollo de
distintos trastornos en el adulto.
Hay
muchos menos datos epidemiológicos en adultos, los primeros trabajos describen
una incidencia entre un 4 y 5%.
Los
criterios diagnósticos
son los mismos que en los niños, es a partir del DSM III Revisado (1980)
donde aparece la posibilidad del diagnóstico del TDAH en adultos.
Quienes
han sido diagnosticados como TDAH en la infancia suelen reducir el número de
síntomas presentados, aunque sigan manifestando dificultades de
adaptación, para estos casos se utiliza el diagnóstico de TDAh en remisión parcial.
Para
poder diagnosticar el TDAH en un adulto es preciso:
- Que el trastorno esté
presente desde la infancia, como mínimo desde los 7 años.
- Debe persistir una
alteración clínicamente significativa o un deterioro en más de un área
importante de su actividad (social, laboral, académico o familiar).
Se
entiende que el TDAH en adultos es una patología crónica. En los adultos se
manifiestan principalmente los síntomas de intención y de impulsividad ya que
la hiperactividad se sabe que disminuye con la edad y, sí en los niños se
manifiesta como una necesidad de correr y de movimiento observable, en los
adultos cambia la expresión del síntoma apareciendo como un sentimiento
subjetivo de inquietud.
Podemos
observar la evolución
en el adulto:
En
el rendimiento académico tienden a lograr una menor formación académica.
Presentan problemas de adaptación y disciplina en el ámbito escolar. En
cuanto a las dificultades en el aspecto laboral suele tener que ver con el
control de impulsos y la inatención. También se han observado alteraciones en
la habilidad de conducción, asumiendo más riesgos, más temeraria, más
accidentes, etc. Se han descrito también mayores dificultades en las
relaciones personales y en las relaciones de pareja. Del mismo modo
existen en los adultos con TDAH más trastornos psiquiátricos comórbidos y
consumo de sustancias.
Según
la recomendación de Murphy y Gorden para realizar una evaluación del TDAH se
han de responder a 4 preguntas relevantes:
1.-
Evaluar si existe evidencia de relación entre los síntomas de TDAH en la
infancia y un deterioro posterior significativo y crónico en distintos ámbitos.
2.-
Relación entre los síntomas del TDAH actuales y el deterioro en los distintos
ámbitos.
3.-
Si hay otra patología que justifique mejor el cuadro clínico que el TDAH.
4.-
Si se cumplen los criterios de TDAH ¿con qué comorbilidad?.
Es
clave para el diagnóstico conocer los síntomas propios del trastorno y los que
pueden ser debidos a la patología comórbida.
Un
protocolo estandarizado
debería incluir la Historia Clínica donde se incluye una evaluación
retrospectiva de síntomas de TDAH en la infancia, cuestionarios
autoadministrados de síntomas actuales de TDAH, rendimientos neuropsicológicos
y evaluación de comorbilidad psicológica.
Una
de las escalas retrospectivas de síntomas más utilizadas en el ámbito
anglosajón es la WURS (Wender
UTA Rating Scale). Es un cuestionario autoaplicado de 61 items. A continuación
mostramos dicha escala con los 25 items (en negrilla cursiva) seleccionados por
su capacidad de discriminar a los pacientes adultos con antecedentes de TDAH en
la infancia. Se ha demostrado su consistencia interna y su estabilidad
temporal.
WURS
DE
PEQUEÑO YO ERA ( O TENÍA)
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Nada
en absoluto o casi nada
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Un
poco
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Modera-damente
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Bastante
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Mucho
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1. Activo, no paraba nunca
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2.
Miedo de las cosas
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3. Problemas de concentración, me distraía con
facilidad
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4. Ansioso, preocupado
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5. Nervioso, Inquieto
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6. Poco atento, “en las nubes”
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7. Mucho temperamento, saltaba con facilidad
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8.
Tímido, sensible
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9. Explosiones de genio, rabietas
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10. Problemas para terminar las cosas que
empezaba
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11. Testarudo, cabezota
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12.
Triste, deprimido
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13. Imprudente, temerario, hacia travesuras
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14.Insatisfecho
con la vida, no me gustaba hacer ninguna cosa
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15. Desobediente con mis padres,
rebelde,contestón.
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16.
Mala opinión de mí mismo
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17. Irritable
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18.
Extravertido, amigable, me gustaba la compañía de los demás.
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19. Descuidado, me organizaba mal.
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20. Cambios de humor frecuentes: alegre,
triste
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21. Enfadado
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22.
Popular, tenía amigos
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23.
Me organizaba bien, ordenado, limpio
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24. Impulsivo, hacía las cosas sin pensar.
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25. Tendencia a ser inmaduro
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26. Sentimientos de culpa, remordimientos
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27. Perdía el control de mí mismo
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28. Tendencia a ser o a actuar irracionalmente
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29.
Poco popular entre los demás chicos, los amigos no me duraban mucho, no me
llevaba bien con los demás
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30.Mala
coordinación, no hacía deporte
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31.
Miedo a perder el control
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32.
Buena coordinación, siempre me escogía de los primeros para el equipo.
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33.
Un chicazo ( sólo si es mujer)
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34.
Me escapaba de casa
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35. Me metía en peleas
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36. Molestaba a otros niños
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37.
Líder, mandón
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38.
Dificultades para despertarme
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39. Me dejaba llevar demasiado por los demás
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40. Dificultad para ponerme en el lugar de
otros
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41. Problemas con las autoridades en la
escuela, visitas al jefe de estudios.
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42.
Problemas con la policía
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PROBLEMS MÉDICOS EN LA
INFANCIA
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43.
Dolor de cabeza
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44.
Dolor de estómago
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45.
Estreñimiento
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46.
Diarrea
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47.Alergia
a alimentos
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48.
Otras alergias
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49.
Me orinaba en la cama
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DE NIÑO EN LA ESCUELA YO
ERA ( O TENÍA)
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50.
En general un buen estudiante, aprendía rápìdo
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51.
En general un mal estudiante, me costaba aprender
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52.
Lento para aprender a leer
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53.
Leía despacio
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54.
Dislexia
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55.
Problemas para escribir, deletrear.
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56.
Problemas con los números o las matemáticas
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57.
Mala caligrafía
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58.
Capaz de leer bastante bien pero nunca me gustó hacerlo
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59.
No alcancé todo mi potencial
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60.
Repetí curso ¿ cual?……………………………….
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61.
Expulsado del colegio ¿ qué cursos…………….)
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La
base del tratamiento
es tanto farmacológica como psicológica.
Los
estimulantes son los fármacos mejor estudiados en niños, en especial el
metilfenidato, demostrando su eficacia y seguridad. Sin embargo los datos en
adultos son menores aunque los hay que demuestran resultados favorables.
Otro
nuevo fármaco no estimulante es la atomoxetina, que ha demostrado su eficacia
tanto en adultos como en niños.
También
es una alternativa de tratamiento el uso de antidepresivos tricíclicos, de
nuevo más demostrado en niños que en adultos, pero faltaría avalar con más
estudios los resultados terapéuticos.
El
uso de estos fármacos no sólo ha demostrado la remisión de los síntomas del
TDAH, también disminuyen el riesgo de abuso de sustancias.
Aunque
el tratamiento farmacológico es muy eficaz, a menudo no es suficiente para el
manejo de las cogniciones y comportamientos, y menos de los otros trastornos
comorbidos.
La
intervención
psicológica comienza ya en el momento del diagnóstico, en la
medida que el paciente recibe información sobre el trastorno se entra en la
fase psicoeducativa. Un conocimiento adecuado del problema ayuda a ser
consciente de la interferencia que éste ejerce sobre su vida, detecta sus
dificultades concretas y plantea sus propios objetivos de cambio.
Los
aspectos a trabajar han de ser diseñados
específicamente para cada persona con el terapeuta.
Frecuentemente tienen relación con: dificultad para ser constante y
cumplir objetivos, problemas en las relaciones interpersonales, percepción de
bajo rendimiento, baja autoestima, etc.
Puede
ser útil un trabajo en grupo que ayude a la comprensión y aceptación del
trastorno.
También
se aconseja la intervención familiar, para encuadrar el trastorno dentro del
sistema familiar.
La
terapia cognitivo conductual es el abordaje más eficaz junto con el tratamiento
farmacológico, mejorando además los síntomas depresivos y ansiosos comórbidos.
CONCLUSIONES.
- El TDAH se inicia en la
infancia y en más de un 50% perdura en la edad adulta.
- Es un diagnóstico
validado para los adultos.
- Está infra diagnosticado
y por tanto incorrectamente tratado.
- Existen instrumentos
válidos de evaluación para hacer un buen diagnóstico diferencial.
- El tratamiento
multidisciplinar es lo más eficaz para el manejo y remisión de síntomas.
- El metilfenidato muestra
su eficacia en el tratamiento con adultos, y dentro de los no estimulantes
la atomoxetina.
- La intervención
psicológica ayuda a afrontar los problemas emocionales, cognitivos y
conductuales propios.
- El tratamiento cognitivo
conductual ha demostrado ser el más eficaz de la intervención psicológica.
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